domingo, 31 de marzo de 2013

El bosque encantado


Todo Yin tiene su Yang y eso es precisamente lo que le pasa a cualquier villa, barrio o ciudad que no tiene el privilegio de situarse en un bonito valle o montaña ideal, incluso el más lúgubre y aparentemente insignificante barrio tiene un escondite, un rincón o un pasaje secreto que le hace poseer algo especial.

El barrio del que les hablo, no tiene callejuelas, fuentes milagrosas o casas encantadas (que yo al menos haya descubierto) pero sí tiene un gran parque al que me gusta llamar “El pequeño bosque encantado”. ¿Y por qué encantado me dirán? Porque goza de algo, o más bien de unos pequeños seres,  que nadie nunca podría imaginarse encontrar en ese tipo de ubicación o de ambiente. Esos seres, son "las ardillas", a las que siempre solemos situar al lado de pequeñas hadas, ninfas o de encantadoras niñas perdidas, o eso es al menos lo que me imagino de ellas cuando pienso en su figura.


Y tampoco conozco mucho de mitología o de simbolismo en cuanto a este pequeño y despierto ser, pero sí debe tener algo de mágico cuando no hay autor o ilustrador que se precie, que no introduzca a este gracioso animalito en sus historias o dibujos.

Lo que está claro es que ya sea porque nos recuerda o nos evoca a espacios y lugares encantados o porque simplemente nos inspira alegría y espontaneidad, es un animalito que, el solo hecho  de verlo, hace que nos retrotraigamos a nuestra más tierna y pura infancia.

Y eso es precisamente lo que me sucede a mi cuando voy al  "Pequeño bosque encantado" y veo a mis queridas amigas "las ardillas" corretear, subir y bajar con ágil elegancia del más alto de los pinos.




Me encanta, cuando se me acerca alguna y me mira con esos ojitos profundos para que le dé alguna nuez.





O cuando las veo pasando de árbol en árbol cual pájaro volador.



Fíjense en esta lo alerta que está. Cualquiera diría que está en el mismísimo Yellowstone ¿verdad? Pues no, aquí la tienen viviendo a las afueras de un barrio humilde de Madrid, ¡y tan contenta!

Así que ya saben, cuando vengan por aquí a hacerme una visita no olviden traer sus nueces, que yo les llevaré a visitar mi "Pequeño Bosque Encantando", pero, eso sí, con los ojos bien vendados ;-).

Un beso mágico.




4 comentarios:

  1. La dualidad y el egoismo de los hombres es algo innato de su propia forma de ser. Es algo que no podemos controlar porque conforman su propia naturaleza. Como tampoco podemos evitar que pueda crecer alguna flor en un estercolero.

    En la mayoría de las grandes ciudades aunque no lo parezca, existen y siempre nos alegra encontrar, a pesar de nuestra mala conciencia, oasis y rincones encantados en donde esos diminutos habitantes de los bosques, las ágiles y simpáticas ardillas, se abren paso para alegrarnos la vida pesar de nuestras acciones y de nosotros mismos.

    CARONTE.

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  2. Desde siempre he sentido un profundo amor por la Naturaleza y por todos los animales libres. Tienen y disfrutan de la verdadera libertad que nosotros la quintaesencia de la tierra, nunca tendremos la posibilidad de poseer.

    ESQUILO.

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    Ama a los animales. Dios les ha dado rudimentos de pensamiento y dicha no turbados, no los inquietes, no los molestes, no les quites su felicidad, no trabajes contra las intenciones de Dios.

    Dostoievski. Los hermanos karamazov.

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  3. Qué preciosidad de lugar, y ardillas! donde yo vivo ahora es imposible verlas fuera del zoo y no me gustan los zoos. Me dan pena.
    Me gusta tu bosque encantado
    Besos

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  4. Es un bosque precioso con esas ardillas tan simpaticas y esos loros que andan sueltos tambien. Hay que hacer una escapadilla pronto!

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